¿Por qué los niños hacen pataletas?
Los niños no generan pataletas con intenciones de
dañar o molestar a los adultos sino que son parte de su proceso de adaptación,
pero debemos entender muy bien porque las hacen.
Todo niño es el fiel reflejo de su casa, de sus padres
y muestran lo que realmente les enseñan. Los niños son la consecuencia de
nuestras conductas.
Y todas ellas deben estar en un equilibrio total para
que logremos un Desarrollo Integral Elevado, si falla alguna de ellas estamos
en un desequilibrio de áreas lo que produce una falla en el aprendizaje. Con
esto quiero decir que si hemos trabajado correctamente durante los primeros
años de vida en su desarrollo, enseñanza, preparación, pero fallamos en la
corrección de las conductas de los niños, nada de lo que hemos hecho
funcionará, porque los niños son integrales y deben permanecer en equilibrio
total, nada puede fallar, nada puede desajustarse en su engranaje. Un niño es
un todo, es integral.
Las pataletas
pueden presentarse por diferentes razones: deseos no satisfechos, formas de
expresar rabia, irritabilidad como método para conseguir algo, falta de disciplina,
permisividad de los padres, sobreprotección, falta de límites, indiferencia de
los adultos, entre otras causas y se manifiesta en los niños de dos a cinco
años de edad, en algunas ocasiones puede extenderse.
El niño solo desarrollará las pataletas en presencia de sus padres
o personas que permanezcan a su lado por mucho tiempo, porque está poniendo a
prueba la existencia de límites y reglas.
Los límites son fundamentales porque dan certidumbre a
los niños y disminuyen la ansiedad, marcan los niveles de autoridad sin llegar
a ser autoritarios, no significa castigo, ni menos golpes o maltratos
Si cede a las
exigencias, estará reforzando las pataletas, pero si las detiene nunca volverán
a aparecer. Siempre se debe responder de igual manera ante situaciones
similares y todos los adultos de su entorno deberán reaccionar igual.
No es posible evitar la aparición de diferentes comportamientos y no debemos sentirnos culpables por eso. Son
manifestaciones de emociones que el niño debe aprender a manejar y nuestro papel
es ayudarlo en esa tarea, es en resumen, una parte de su educación, es el
control que se debe tener sobre los hijos, con mucho amor, pero con orden y
disciplina.
Los hijos de padres excesivamente estrictos o permisivos
tienden a tener más pataletas, todos los extremos son dañinos, por eso una conducta intermedia es más util porque se enseña un enfoque moderado en la disciplina. Al respecto, me parece bueno
considerar límites en cosas importantes y dejar autonomía en otras áreas, o momentos en que el niño debe tener su tiempo libre. Como principio general considero beneficioso establecer pocas
reglas o limitaciones sólo en aspectos fundamentales, pero ser muy consistentes
con ellas. .
Existen tres niveles de pataletas, las cuales van en aumento e intensidad dependiendo del grado de permisividad de los padres.
Existen tres niveles de pataletas, las cuales van en aumento e intensidad dependiendo del grado de permisividad de los padres.
1.
Primera etapa: el niño
grita y se tira al suelo, suele lanzar objetos,
golpes, patadas, y todo lo que se encuentra a su alcance sin medir a
quien. Es el momento de detener este comportamiento, en un tono firme y dando
el mensaje que no se permitirá este tipo de conducta, se debe sentar al niño en
un lugar neutro y dejarlo el tiempo suficiente para que se calme, sin dejarlo
parar del sitio, y luego poder hablarle y explicarle que ese comportamiento no
se permitirá. Y se debe repetir las veces que fuese necesario, pero jamás
claudicar y darse por vencido ante esta situación. Aquí, es el momento de
detener o cambiar un mal comportamiento.
2.
Segunda Etapa: Si no
se hicieron los correctivos necesario, en el momento adecuado, el niño comienza
a pegarse contra las paredes, el suelo, las mesas u objetos que estén a su
alcance, llegando a lastimarse, en algunos casos graves, con el único fin de
llamar la atención. Llegar a este nivel, es algo delicado, ya que considero inaceptable
dejar que un niño se lastime por culpa de una mala educación.
3.
Tercera etapa: Espasmo
del Sollozo. Son aquellas crisis o berrinches en que el niño se priva o deja de
respirar sacando el aire de sus pulmones o deteniendo la respiración (apnea)
mostrándose rígido y con un leve tono azuloso en labios y dedos (cianosis). Es
un momento muy crítico, ya que el niño se desmaya y pasa por un periodo
prolongado sin respirar.
Estudios
demuestran que no es una enfermedad orgánica ni psíquica, ni del sistema
nervioso, el Dr. Saúl Garzo Moral del Hospital Infantil de México explica:
"si el espasmo del sollozo se repite durante el día se está manejando
conductualmente de forma equivocada, el niño está utilizando el espasmo como
forma de comunicación infantil"; si usted acude inmediatamente para evitar
el llanto y reducir el número de espasmos el resultado será contrario.
Estas
crisis no ponen en peligro la vida ni el desarrollo del niño, tampoco deja
secuelas, pero llegar a este nivel es muy delicado y si no se puede controlar
al niño o desbloquearlo podríamos entrar en una emergencia clínica. Dependiendo del manejo que le dé, conseguirá
que el niño lo haga menos frecuente hasta que desaparezca.
En la mayoría de los casos desaparece antes de
los 6 años, la mayoría de niños aprenden a manejar la situación a su favor
logrando ser complacidos en sus caprichos u optan por "parar de
respirar", por eso es tan importante no darle mayor atención para que el
niño no lo haga intencionalmente, se recomienda sin embargo consultar con el
pediatra.
La
Dra. Ana Silva Figueroa Duarte en su estudio sobre el espasmo del sollozo
propone como tratamiento "La extinción y reforzamiento social,
considerando que la extinción es un procedimiento conductual útil para guiar la
conducta y tiene un efecto duradero",
Si miramos
detenidamente el problema estamos frente a un Problema de comportamiento, lo
que nos lleva a hacernos una pregunta:
Es el que se ajusta, a su modo de vida, su educación, su conducta y su comportamiento, y depende directamente de sus padres. El comportamiento, puede ser un problema si no cumple con las expectativas, o las metas trazadas por los padres, y está determinado por el cumplimiento de los objetivos trazados por su familia, desde el punto de vista social, intelectual y emocional.
El
niño, no es el que debe cambiar un comportamiento, él, es la consecuencia de la educación que le
brindan los padres, es el resultado de sus enseñanzas y por ende los que deben
cambiar las actitudes son los mayores para obtener un buen resultado en los
menores. Es imposible lograr un excelente comportamiento en los niños, si los
padres, no los tienen. Por esta razón es tan difícil, modificar un mal
comportamiento en los niños, porque son el resultado de sus padres.
Para
algunos especialistas en la materia: “la mejor manera de frenar el
comportamiento, es ignorándolo”, con lo que estoy totalmente en desacuerdo.
Usualmente
los gritos (pataletas) o los comportamientos agresivos o peligrosos, son los
que necesitan éste procedimiento, los demás se deben tratar con la mayor
tranquilidad y corrección apropiada, es mejor solucionar los problemas con
sentido común.
Los
padres pueden elegir usar el castigo físico (por ejemplo una palmada) para
frenar un comportamiento inapropiado. La gran desventaja que tiene este método
es que a pesar de que el castigo frena el mal comportamiento por un tiempo, no
le enseña a su niño a cambiar su comportamiento. Disciplinar a su niño es
realmente enseñarle a escoger buenos actuaciones, pero volvemos al inicio,
primero los padres deben predicar y aplicar un correcto comportamiento para que
el niño lo aprenda, y si no conoce un buen comportamiento es muy probable que
repitan el mal comportamiento.
El castigo físico nunca termina con buen
final.
JULIO C. DONA
JULIO C. DONA