Es mi deseo iniciar una serie de notas
informativas, para que los padres aumenten sus conocimientos con respecto a su
hijos y la primera información es respecto al desarrollo evolutivo de los
niños, del cual existen varias y
diferentes opiniones, lógicamente aceptables pero diferentes de acuerdo al
entorno y el ambiente de cada uno. El enfoque que daré a mis notas es
primordialmente motriz y si bien existen otras áreas de desarrollo, las
mencionaré superficialmente para completar las notas.
De acuerdo a mi experiencia, debemos
analizar distintas etapas para poder tener puntos de referencia y saber cuándo
se aparta o no del patrón de normalidad.
Desde el nacimiento hasta los cuatro
meses, la dependencia es total, la presencia de la madre es imprescindible, y
la atención es indispensable.
Esta etapa se llama de adaptación, es
el momento en que el bebe, si bien depende total, absoluta y enteramente de la
madre, debe realizar cosas por si solo, cosas que no existían en el vientre
materno: respirar, comer, dormir, evacuar, siente frio, calor, hambre, sueño,
comienza a ver la luz, la oscuridad, oye una innumerable sinfonía de sonidos,
huele a la madre y otros olores, desarrolla el tacto, sabe que su madre está a
su lado, o no está. En pocas palabras, se debe adaptar al nuevo mundo.
De los cuatro meses al año, la
vinculación o apego están más construidos. El niño necesita la presencia
constante y permanentemente de la madre, no puede todavía recordarla contantemente,
si la ausencia es muy prolongada, se olvida quien es ella..
El niño a esta edad reacciona ante las
separaciones de corta duración con distintas manifestaciones. Se puede alterar
el sueño, su alimentación, pueden aparecer signos de ansiedad ante la
separación, de rechazo (algunos autores lo denominan síndrome del abandono),
inclusive el niño puede manifestar
conductas de rechazo, como no mirar a la cara a la madre, como si no quisiera
reconocer que está, ya que puede volver a fallarle y desaparecer de nuevo.
De uno a tres años, se va constituyendo poco a poco el vínculo
con la persona, en este caso la madre, y esto quiere decir que puede recordarla
sin que tenga que estar presente de forma concreta. Sabe quiénes son sus
padres. Tiene una percepción muy rudimentaria y simple del espacio y del
tiempo.
Por ello, para el niño de esta edad,
una separación breve puede hacerse permanente, una tardanza en la alimentación
puede ser enorme y algunas pruebas pueden producir mucha angustia.
El lenguaje se va desarrollando poco a poco y
en los primeros momentos hay un lenguaje comprensivo, el niño entiende todo lo
que se le dice pero él no ha conseguido todavía tener un lenguaje expresivo.
Todavía no expresa las cosas con palabras sino que lo hace con gestos,
señalando lo que quiere. En esta edad existe un pensamiento mágico e ilógico y
ante distintas pruebas dolorosas que se le tengan que hacer puede pensar que
son consecuencia de su mal comportamiento.
A esta edad, el niño pasa por dos
etapas, ’’la de la expansión de su subjetividad y la de la exploración de la
realidad externa, que coinciden, en general, con la edad del jardín de infancia
y los años preescolares”.
Durante el primer año el niño es totalmente egocéntrico,
y evoluciona rápidamente para ir integrándose poco a poco en el mundo que le
rodea, convirtiéndose en un ser sociable.
En este desarrollo, la maduración
psicomotriz es decisiva, determinante y perentoria. Cuando el niño cumple ocho
meses, debe gatear correctamente. En este momento existe una correlación
correcta entre su edad cronológica y su edad neurológica. Su mente y su cuerpo están
en total EQUILIBRIO.
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